La oración apostólica de San Ignacio

5 julio 2022Homilía Kolvenbach

Durante este Año Ignaciano, publicamos una serie de homilías que el P. General Kolvenbach pronunció en las fiestas de San Ignacio. En esta homilía, el P. Kolvenbach habla de la oración apostólica de San Ignacio.

Iglesia de Jesús, Roma, 31 de julio de 2004

Celebrando esta tarde con vosotros la santidad de San Ignacio, nos impresiona la armonía de su vida, por otra parte llena de sorpresas, llena de agitación. Ignacio era un gran trabajador: testigo de ello es su abundante correspondencia. Fue un organizador sin par: todavía hoy algunos manuales de gestión hablan de ello. Pero en esta actividad no gobierna Ignacio; el Señor es quien fatiga y actúa con Ignacio. Cuando Ignacio se sentía llamado a recorrer la Tierra Santa como peregrino laico y carismático, con gran sorpresa suya el Señor lo quiere día tras día ante un escritorio para conducir a sus compañeros por el mundo entero en plena misión apostólica. Para estar radicalmente disponible para cualquier misión encomendada a la Compañía por el Vicario de Cristo en la tierra, Ignacio no quiso quedarse prisionero de las instituciones; de un golpe el Señor le hace comprender que el mayor servicio a su Iglesia en crisis profunda, era justamente la fundación de instituciones educativas.

En medio de muchas cosas inesperadas, Ignacio vivía en honda amistad con Jesús, su Señor y amigo, compañero de camino. En él había tal armonía entre contemplación y acción, que las personas de su entorno podían admirar su serenidad en medio de tantos conflictos y oposiciones. El mismo Ignacio confesaba que un minuto de oración le bastaría para aceptar de la mano de Dios una posible supresión de la Compañía de Jesús por la suprema autoridad de la Iglesia. ¿Dónde está el secreto de esta armonía entre una actividad desconcertante y una vida de profunda oración?

Lo que es muy original en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio es ver en todo a Dios no sólo presente, sino actuando siempre por nosotros los hombres y por nuestra salvación. Cuando pide a Dios ser puesto junto a su Hijo, Ignacio está rogando que lo haga compañero suyo que comparta su actividad con este Dios que sin tregua está trabajando por nosotros. De este modo la actividad ya no es deber que cumplir junto con la oración o trabajo que hacer para tener una ocupación y ganar para vivir, sino que toda nuestra actividad se inserta e inspira en la unión amante y orante con este Dios que se afana por nosotros y quiere tener necesidad de cuanta actividad por nuestra parte la oración nos haga descubrir como deseo de Dios de salvar al mundo por y con nosotros.

Nunca ha pensado Ignacio que trabajar sea automáticamente orar. Pero en la oración, en la contemplación de un Dios que actúa por nosotros y con nosotros, Ignacio recibe la labor que Dios le confía para que la cumpla como enviado, como apóstol. En esta oración apostólica, Ignacio quiere descubrir no tanto qué es Dios sino sobre todo qué desea de él Dios en su trabajo.

Por sus encuentros orantes con Jesús, Ignacio sabía que no basta ejecutar la obra de Dios, sino que se ha de trabajar de modo pascual, al igual que el Señor lo hizo entre nosotros por medio de su amor y su perdón, de su paciencia y de su cruz. El trabajo y la manera de trabajar, para Ignacio son fruto de su encuentro orante con Dios, pero es necesaria también la oración a fin de cumplir en Dios lo que Dios ha comenzado con nosotros. Nosotros podemos plantar y regar, pero únicamente Dios puede dar fecundidad a nuestra obra apostólica.

Esta armonía de oración y trabajo vivida en Dios, San Ignacio nos invita a vivirla en la oración eucarística de esta tarde en la que, ofreciendo el pan y el vino con todas nuestras energías de amor y toda nuestra capacidad de trabajo, éstas se transforman en plegaria de amor y en la obra de salvación del Señor que Ignacio vivía enteramente como su Dios.

Interceda por nosotros San Ignacio para que en todo lleguemos a amar y servir, orar y actuar en Cristo y con Cristo.

Descubre las otras homelías aquí.

Written byÉcrit parEscrito porScritto da Peter Hans Kolvenbach SJ
Peter Hans Kolvenbach SJ (30 de noviembre de 1928 - 26 de noviembre de 2016), jesuita holandés y vigésimo noveno Superior General de la Compañía de Jesús.

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